Neorrealismo Italiano - Historia

Durante los años del fascismo italiano, el cine fue notablemente impulsado desde el régimen. Mussolini entendió que era una poderosa arma como medio de expresión y que podía convertirlo en un instrumento útil para sus fines. Así llevó a cabo una política autárquica en la que se fomentó el desarrollo del cine italiano en detrimento de la importación de cine extranjero, concretamente el americano. Surgieron entonces los famosos estudios Cinecittà que sirvieron de escenario a alrededor de 200 largometrajes desde su creación en 1937 hasta 1943, año en el que el grueso de la producción cinematográfica italiana comenzó a realizarse en Venecia. Estas producciones eran de tipo propagandístico o al estilo de las comedias americanas, de índole amable, románticas, sin excesivas complicaciones y con final feliz. En definitiva, lo que en Italia se conocía como “comedias de teléfono blanco”. Marcado por el signo del fascismo, es decir, por la censura, el arte cinematográfico no podía levantar un vuelo sostenido más allá de la atenta vista avizor de sus guardianes. Las películas no podían mostrar la delincuencia o la pobreza y tampoco estaba permitido el uso de la sátira; se trataba de dar la imagen de una nación intachable y perfecta. Con la caída de Mussolini, tanto el cine como otras ramas del arte, se sintieron más libres para buscar modelos en la tradición realista de anteriores épocas y reaccionaron ante los cánones de la época fascista. Uno de los referentes más claros para cineastas y literatos fue el escritor de la segunda mitad del siglo XIX, Giovanni Verga, destacando sobre todo su obra I Malavoglia. Pero no sólo la producción propia del país sirvió de referencia, sino que también tuvo gran influencia por ejemplo, el realismo cinematográfico soviético y el realismo poético francés. En 1945 el cine italiano abandonó la retórica propagandística y dejó de ofrecer esa visión de una Italia perfecta e invencible y dirigió su mirada hacia un país que debía sobrevivir a la catástrofe bélica y a sus consecuencias, un país devastado, asolado por la miseria, el hambre y el dolor. La escasez de medios y la nueva situación del país obligaron a los autores a reinventar su profesión. El neorrealismo llegó al finalizar la contienda con un aire rompedor y con la intención de acabar con ese cine que mostraba sólo un lado amable de la sociedad, y que estos creadores consideraban falso.


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